lunes, 12 de marzo de 2012

Microrelato: Café por la mañana.

   12 de la mañana, hora punta del día. Nos encontramos en un café, toda la gente que allí está bebe apresuradamente el café mientras conversa con su compañero/a, otros están solos. Algunos sentados en pequeñas mesitas y otros con tanta prisa que no tienen ni un solo segundo para sentarse así que toman su café apoyados en la barra.
   Pero él sentado en una silla aparte observa a la gente, una madre intentando consolar a un niño que llora a todo pulmón con un helado de vainilla, dos viejas amigas que se reencuentran y una joven que espera a alguien. Pero tú como cada día tomas tu café relajado y  ajeno al tiempo, leyendo en un periódico las noticias del día. Como todos los días has llegado hasta el café, has pedido educadamente tu desayuno a ese camarero que te conoce desde siempre, has vuelto a tu sitio y dejado tu sobrero junto a una rosa en la silla de al lado.  Miro en tu rostro, un rostro de experiencia, de sabiduría, un rostro al cual las marcas de expresión le sientan bien, ya que hablan sobre una vida llena de felicidad según dicen.
  Pregunto a la gente por ti y me contestan que todos los días pasas allí alrededor de dos horas esperando a una mujer que nunca llega, esperándola a ella, la mujer de tu vida, a la que tanto quieres, pero se ha marchado. Ellos hablan sobre lo feliz que se os veía, que siempre habíais estado juntos, pero ella ya no está.  Finalmente pagas la cuenta y te vas dejando un rosa y una nota.  “Anna, te echo de menos. PD: Te quiero”

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